Hace poco comentaba desde mi cuenta en Twitter que si algo no faltaba en esta temporada 2013 de Grandes Ligas era el drama. Hay de todo, para todos los gustos. Desde el caso Biogénesis, pasando por toda la novela de A-Rod, el concurrido hospital de los Yankees, hasta la lucha cuadrangular a cuadrangular que mantienen Chris Davis y Miguel Cabrera, hemos tenido un año lleno de acontecimientos fascinantes –dentro y fuera del terreno-.
Uno
de ellos, que ha sido además una de las grandes y gratas sorpresas que nos
regala la pelota, es la llegada al mejor béisbol del mundo del cubano Yasiel
Puig.
Con
una historia digna de novela, este pelotero que salió de su país en busca de
una mejor vida, pactó en 2012 con los Dodgers de Los Ángeles por siete años y
42 millones de dólares.
Tras
pasar todo un año en ligas menores, y luego de terminar el spring training con grandes números, Puig llegó a la Gran Carpa el
2 de junio del presente año, y desde entonces ha demostrado que su talento es
real. Es como si desde ese primer turno, el hombre decidió que llegaba para no
irse más.
Desde
el momento de su debut, el rendimiento y desempeño de los Dodgers ha sido digno
de aplausos. En este momento se encuentran sólidos en el primer lugar de la
División Oeste de la Liga Nacional con una ventaja de 7.5 juegos, y parte del
ascenso impresionante que ha tenido el equipo desde la mitad de la campaña, se
debe a lo logrado por Puig, quien junto a Hanley Ramírez se han alzado como las
bujías del equipo californiano.
Los
numeritos del cubano no mienten: Batea para .352 de average, un OBP de .412 y .567
en porcentaje de slugging. Tiene 12 cuadrangulares y 28 carreras impulsadas. En
resumen: ¡es un peloterazo!
Todo
parece bello en la tacita de porcelana made in Cuba, pero no podemos olvidar
que el béisbol es un deporte colectivo, de equipo, donde lo que un jugador haga
puede afectar de muchas formas a los demás compañeros, tanto en el rendimiento
físico como en lo psicológico.
La
arrogancia deportiva, la competitividad, las ganas de mostrar ser siempre el
mejor son bienvenidas en cualquier disciplina, mientras que la humildad esté
metida por algún rincón de esa fórmula.
Son
muchas las críticas que han llovido sobre Yasiel Puig en torno a su actitud
dentro y fuera del diamante. Arrogante, sobrao
como dicen en mi país. Y es que con semejante actuación es difícil no caer en
ese terreno.
Sin
embargo, como reza el cliché: “todo en
exceso es malo” o en este caso, todo en exceso cansa. Agota a los
compañeros de equipo, a los rivales, directivos, prensa y hasta a los mismos
fanáticos. Y es que nadie, absolutamente nadie puede ser más que todos. No en
un equipo.
El
peor enemigo de Puig es él mismo. Lo que consigue día tras día con el bate,
tras uniformarse, lo opaca con sus palabras, con sus declaraciones, con los
desaires a la prensa, con ese complejo de superioridad que a más de uno ha
mandado a la lona antes del out 27. No
es fácil lidiar con una personalidad de diva,
mucho menos si tienes que engranarla con la de unos 30 peloteros más -por decir lo menos-.
La
paciencia se agota, y terminas siendo relegado porque es más fácil deshacerse
de uno a que muchos se adapten a ese que al final del día no termina de encajar.
Lo de Puig tiene explicación, me parece. Eso de no tener mucho y pasar a
tenerlo todo en un abrir y cerrar de ojos no es algo sencillo de asimilar,
mucho menos de manejar.
El
ascenso ha sido meteórico. Se nota la inexperiencia para el manejo de una situación
como la que actualmente viven los Dodgers, quienes van embalados hacia la
postemporada y cuidado si no tienen un cupo guardadito en la Serie Mundial.
¿Falta
de madurez? Conversaba ayer con algunos conocedores del juego que sí, es
evidente que le falta madurez. Esa que te otorgan los años, el roce en el
terreno, los golpes de la pelota, las caídas humillantes y los regresos
triunfales.
Puig
lo tiene todo para ser grande, para conseguir el estrellato permanente dentro
de las Grandes Ligas. En sus manos y en las
de quienes le dirigen se encuentra el futuro de este pelotero, quien
debe poner quizás los pies sobre la tierra antes que la dura realidad lo haga
por él.
@beaneyvi