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sábado, 21 de abril de 2012

Merengues y Culés: son más que tres puntos...

Dentro de pocas horas, millones de personas seremos testigos de una lucha sin igual. Tal y como se muestra en aquellas batallas épicas descritas en la literatura griega, el mundo entero será el escenario para un nuevo encuentro entre dos conocidos que siempre terminan por descubrir que todavía tienen mucho por saber del otro.

Una de las rivalidades más grandes que existen en el fútbol, no solo español, sino europeo y del mundo, es sin duda la que se genera entre el equipo de la casa blanca y el de la casa blaugrana. Real Madrid CF y Barcelona FC han sido, por largos años, los protagonistas de lo que se bautizó como El Clásico, y en la actualidad, son los dos equipos más grandes y con la trayectoria más envidiable de la liga del país que les vio nacer.

Mientras espero ansiosa a que el árbitro del encuentro, el señor Undiano Mallenco, de el pitazo inicial y se ponga a rodar una nueva página en la historia de estos dos colosos del balompié, ligando siempre por la victoria de los dirigidos por Mou, me siento a pensar cómo ha cambiado y evolucionado el juego de ambos equipos.

Como olvidar los años de Kubala, Cruyff, el gran Maradona. Las jugadas de Deco, Rivaldo, Romario. Las genialidades de Shuster o la muralla Zamora. La constancia de Zubizarreta, la sagacidad de Eto’o y la rapidez de Hristo Stoichkov.

Y qué tiempos aquellos de don Alfredo Di Stéfano haciendo maravillas con el balón. Los años dorados de Iván Bam Bam Zamorano. Los destellos mágicos de Redondo y Morientes. La garra del batallador Seedorf y del mismo Roberto Carlo. La grandeza de Butragueño, Valdano y Mijatovic. La grandeza del mago Zinedine Zidane. Y una mención muy especial, porque si hay un jugador que, en mi humilde opinión, ha representado con pasión los colores de la casa blanca sin descanso, y que entregó todo por el equipo en cada partido, ese es sin duda el ángel de Madrid, Raúl González Blanco.

Mucha gracia me causa pensar que hasta hace poco tiempo, se hablaba del gran juego entre los galácticos y el equipo que afrontaba un problema terrible en la directiva, y se veía reflejado en la cancha. ¿Cómo han cambiado los papeles, no? Y, ojo, sabemos que sin importar el desempeño a lo largo de la temporada de estos equipos, cada vez que se ven las caras, las estadísticas parecen desvanecerse y todo se resume a lo que aporte cada jugador, cada estratega, en esos nuevos noventa minutos por jugar.

Pero si nos ponemos a analizar la cuestión, es difícil no caer en el hecho que, quienes fueron los galácticos, y que luego se transformaron en el equipo de los Zidanes y Pavones, le cedieron el espacio a ese otro equipo que, con mucho trabajo, constancia y esfuerzo, dejó de verse como el patito feo y se convirtió en el cisne del fútbol.

Ha sido una transición difícil la de estos rivales. Soy conocida por ser fiel a la casa blanca. Total y absolutamente hincha del Real Madrid. Pero hay una realidad que no podemos ignorar, y es que el Barcelona, en este momento, es uno de los mejores equipos –si no el mejor- del mundo.

Mérito para Pep y el equipo técnico, que ha logrado un trabajo excepcional con sus dirigidos. Tomó a los jugadores y los convirtió en una máquina. Con dedicación y esfuerzo, se convirtieron en un equipo que entendió duramente que, en conjunto llegarían a ser grandes. Y así lo hicieron. Nacieron entonces los mayores exponentes del tiki taka del siglo XXI, y se instalaron como el mejor Barcelona de la historia.

Los comandados por Mourinho no se quedan atrás. Muchos cambios ha experimentado el plantel de Madrid, no solo desde la llegada del portugués, sino desde la salida de quien hoy dirige las riendas de la selección española. Un equipo con una historia y un palmarés deseado por muchos, pero que en los últimos años ha llenado de dudas a la mayoría de sus seguidores y detractores.

Sin embargo, debo resaltar que el trabajo que se ha hecho en el Real Madrid desde la llegada de su actual técnico, ha demostrado que el equipo está para grandes cosas, han evolucionado en su juego colectivo, puesto en práctica jugadas preparadas, una técnica diferente, en combinación con las individualidades que nunca sobran a la hora de encarar un partido como el que se avecina.

Hoy, el equipo merengue lidera la tabla de clasificación de la Liga BBVA con 85 puntos, seguido de cerca por los culés que tienen 81 puntos. Y son más tres puntos lo que se estará jugando en esta nueva edición del gran clásico.

Real Madrid necesita ganar en un gramado que, en los últimos años no le ha tratado cortésmente, y donde cada vez se le complica más sacar buenos resultados, pero llegarán al terreno de juego a conseguir una victoria que deje casi sellado el campeonato de liga, y saque del juego al equipo local. Aunque tienen un pequeño margen de error, es mejor no arriesgarse.

Mientras, el Barça buscará arruinar la celebración en La Cibeles, arrebatando al líder los puntos que se disputarán para así estar un paso más cerca de lograr la hazaña. Remontar 13 puntos de desventaja, momentos en los que Pep pronunció las polémicas palabras “Esta liga es imposible que la ganemos” y quedar a una unidad del primer lugar. Con la victoria también dejarían toda la presión a los blancos, por cuanto deberán apelar a la perfección absoluta si quieren seguir dependiendo de ellos y poder alzarse con la copa.

Aunque podría especular en cuanto a las alineaciones, los únicos que saben cómo saldrán al césped son los mandamases de ambos equipos, y eso seguirá así hasta pocos minutos antes del inicio del juego. 


Un partido que estará marcado por grandes duelos: Mourinho vs. Guardiola, Messi vs. Cristiano, Özil vs. Iniesta. Al final, será un todos contra todos, donde el primero que sepa imponer el ritmo, domine el balón y logre concretar las oportunidades, tiene las de ganar. Además, es importante que lleguen con la batalla mental ganada, porque el duelo empieza mucho antes del sonido del primer pitazo.

Los dos planteles afrontan el clásico después de caer en sus respectivos encuentros por las semifinales de la UEFA Champions League contra el Bayer Munich y el Chelsea. ¿Puede eso influir en el planteamiento del partido o en los jugadores? Pues, no lo creo. Cada Madrid – Barcelona representa un borrón y cuenta nueva para todos los que se enfrentan en el terreno, y son quienes tienen en sus tacos la tinta que escribirá un capítulo más en la historia de esta rivalidad.

miércoles, 18 de abril de 2012

Como en la jungla...


Siempre he pensado que ser fanático es algo que no debemos tomar a la ligera. Como expreses tu amor por el equipo serás visto y respetado. Es algo así como el comportamiento que demostramos dentro de la sociedad. Es en la espontaneidad de la locura de un juego, en las conversaciones al caer el out 27, o cuando nuestro piloto favorito cruza la meta, que sabemos el tipo de fanático que somos.

En mis años transitando por este loco y variante mundo de los deportes, he notado que aunque somos muchos los fanáticos, no todos somos iguales. Y no me refiero a la frase que escuchamos cuando tratamos de excusar el comportamiento humano en la cotidianidad de los días. De eso que se encarguen los filósofos, que bastante saben. Después de muchas horas de observación en los estadios celebrando los triunfos y lamentando las derrotas de equipos y jugadores, viendo partidos en la televisión y hablando con muchos otros amantes deportivos, entendí que todos queremos lo mismo, pero lo expresamos diferente. Entonces lo vi. Somos del mismo reino, pero no de la misma clase.

La cosa fantástica es que, aunque todos somos fanáticos, no somos del mismo tipo. ¿Y es que hay tipos? Pues, sí! Y son varios. La clasificación a veces causa gracia, otras veces no tanto. La mayoría sabemos reconocer en cuál renglón ubicarnos, y damos casi siempre con los que integran nuestra especie.

¿Aún no tienes ni una pista de la clase de fanático que eres? Pues, no desesperes… Aquí te presento Versiones de fanáticos según Bea.

1.- El ventilador: pueden ser reconocidos a kilómetros de distancia. Los fanáticos que se encuentran en este subgénero casi siempre se  estrenan en el mundo deportivo por mera casualidad. Son aquellos que, en cualquier partido, están viendo para los lados con una sonrisa no muy marcada, tratando de buscar en el aire, en el cielo, o bajo el asiento, alguna voz divina que les tenga compasión, los ilumine y les explique lo que sucede ante sus ojos. Se preguntan “¿Cómo hago para que Juan/Alicia no se den cuenta que estoy más perdido que la mamá de Marco?” Lo mejor de esta clase es que, sin importar que no entiendan ni la “a” por la redonda de lo que ven, hacen bulla, aplauden, gritan y celebran con gran efusividad y quedan estupendos delante de cualquiera. Con el tiempo y si le agarra amor al deporte o a la pareja, terminan evolucionando a la siguiente categoría.

2.- El picado por el gusanito: después de ser arrastrado a muchas citas deportivas, esta clase de fanático se percata que no necesita una grúa que lo lleve para disfrutar del juego. Ahora, empieza a interesarse por entender lo que ve, y si no entiende pues pregunta o lo “googlea”  aprovechando toda la onda tecnológica, para estar al tanto y no perderse en detalles. Cuando no puede ver un partido se siente extraño, y en ocasiones se le escucha en los pasillos de la oficina preguntado qué equipo ganó el juego, o cómo quedó el marcador. Opinan sobre los partidos, profundizando en cosas como el desempeño o la organización de los jugadores. Si estás en este renglón, pues la fuerza está en ti. Vas por buen camino.

3.- El entregado: hablando en términos “dragon balleros” este género es una evolución súper saiyayin. Además de poseer cuanto producto o parafernalia vendan en los kioscos, tiendas o en los puesticos fuera de los estadios, siempre con el escudo o nombre del equipo al cual apoya, los fanáticos entregados tienen un amplio conocimiento del deporte que tanto admiran. Es nutritivo hablar con ellos, porque uno siente que vas aprendiendo montones. Tienen algo interesante que decir en el justo momento y les encanta tener la razón. No importa cómo, si no la tienen se la inventan y les queda como una obra maestra. Pero eso puede ser un poquito irritante y cansón hasta para ellos mismos. Es que eso de querer ser perfectos no está en nuestra naturaleza. ¿Y tener siempre la razón? Bueno mira, como que no. Mosca con eso, porque podemos estar siendo tentados por el lado oscuro de la fuerza.

4.- El zen: una especie que ha sobrevivido a todos los obstáculos y superado cualquier adversidad posible, los fanáticos zen tienen en su haber una gran experiencia en el mundo deportivo. Viven con pasión desenfrenada y respiran cada partido, cada juego como si de eso dependiera su vida. Coleccionan objetos representativos, con significado especial y de importante valor sentimental para ellos. Sufren los tropiezos y derrotas, las sienten en lo más profundo de sus cuerpos. Suelen ser reconocidos porque, aun cuando son los primeros en alabar y celebrar por todo lo alto las victorias de los equipos o jugadores de sus amores, también saben reconocer, sin excusa alguna, cuando las caídas son productos de errores tácticos, mala lectura del juego, o simplemente porque fueron inferiores al rival. A veces la gente se sorprende, porque pareciera que terminan inmersos en una especie de contradicción entre su fanatismo y la objetividad de sus ojos.

¿Un poco loco, no? A decir verdad, creo que todo amante del deporte ha pasado por estas cuatro fases, y quizá terminan siendo una combinación de cada una. Un “ligadito” como dicen por ahí.

Todos los fanáticos que integramos el mundo deportivo, sin importar la fase en la que nos encontremos, vivimos en esta gran tierra. Nos encontramos en una jungla, y así nos comportamos. Sabemos convivir los unos con los otros, aunque tengamos diferencias. Pero si algo es seguro: no importa de qué manos suenan los aplausos o de qué boca salgan las palabras de aliento para nuestros equipos. Si es que sabemos mucho o no tenemos ni pista de lo que sucede. Hay que tener presente que no por ser diferentes dejamos de ser fanáticos.

Mientras disfrutemos la deportividad, apoyemos de cualquier forma a nuestros equipos, eso sin manchar la gala o sin caer en violencia y entrar en polémicas que sólo dañan la imagen de quienes vivimos por el deporte, podremos seguir conviviendo en esta gran jungla.

Recordemos que cuando reconocemos que el rival fue mejor no nos hacemos menos hinchas, pero sí nos ganamos más el título de gente. Aprendemos a ver el deporte con el corazón y con el cerebro, después de todo esa es la meta.

Así que salgamos y celebremos por nuestros equipos. Gritemos y lloremos si nos viene en gana. Pero si pierden, y jugaron mal, mandemos a volar el orgullo, convirtámonos en un fanático zen y aceptemos la derrota. Porque para eso tenemos que ser “hombres” y aprender a ponernos los pantalones y punto!


lunes, 16 de abril de 2012

Listos... Play ball!!!

Con este escrito inicio mi blog...

El día que descubrí que los deportes en mi vida eran tan importantes como respirar, las cosas empezaron a tener sentido.

Comencé joven, así como la mayoría de los fanáticos. La cosa es que ese mundo de pelotas, bates, carros, raquetas y guantes se convertiría en un puente comunicacional y altamente afectivo entre el hombre más importante de mi vida y esta servidora.

No sabía ni entendía la diferencia entre los goles y los hits, para mí todo terminaba con celebración y euforia. Y parecía divertido, al menos para ese ser  especial que cada noche disfrutaba del juego de su preferencia.

Mi papá, hombre de pocas palabras, deportista desde muy chico y gran crítico de equipos y jugadores, es la razón principal por la cual me enamoré del mundo deportivo. ¿Mi meta? Saber por lo menos la mitad de lo que él sabía para poder meterme en las conversaciones de fin de semana, y disfrutar  tal y como lo hacían todos en casa.

Al principio, era difícil no quedarme dormida viendo un partido de fútbol (90 minutos se hacen eternos cuando no tienes idea de lo que está pasando) o cambiar el canal para ver cosas más “divertidas” y de fácil entendimiento. Con el tiempo, noté que esas ganas de aprender de esos juegos, así como de la gente que los practicaba, rindieron sus frutos.

El empezar a entender de pelotas y hablar de ello, me llevó al mundo de mi papá. Uno en el que ambos sabíamos comunicarnos perfectamente, y en el que no existía nada que pudiera interrumpirnos, porque estábamos al tanto de lo que el otro decía, nos entendíamos sin problemas. Y sigue siendo así. Los deportes se convirtieron en la conexión máxima con él y siempre estaré agradecida por eso.

Este love affair me fue atrapando. Ya no veía los juegos sólo por tener material para hablar y divertirme con él. En el proceso, sin darme cuenta, me enamoré perdidamente de los deportes. Ahora, era yo la que no se perdía ningún partido, revisaba estadísticas e investigaba el historial y palmarés de cada equipo o jugador.

En un mundo que, culturalmente solía estar dominado por hombres, las mujeres nos abrimos un camino para disfrutarlo, para entenderlo y vivirlo. Y mira que hemos llegado lejos. Si no, pregúntenle a Carolina Guillén, las “Adrianas”, María Martínez Galvez, o a cualquiera de las chocas que integran el staff de ESPN, Meridiano u otro canal deportivo.

Vinotinto desde los años en que Pastoriza era el seleccionador nacional, y los asientos de las gradas eran un vacío que llevaba al silencio más fantasmal posible. Hincha 100% del Caracas Fútbol Club y del Real Madrid, magallanera de alma y corazón. Loca por los Medias Rojas de Boston, de esas que sufría por la “Maldición del Bambino” pero que disfrutó como nadie la eliminación de los “bombarderos del Bronx” en 2004, en esa serie por el campeonato de liga para luego coronarse campeones de la Serie Mundial de ese año. Admiradora de Federer, no sólo porque es el más grande del deporte blanco, sino porque es un señor en las canchas.

Son muchas cosas las que siento por el mundo de los deportes. Este blog es una ventana que abro para compartir con conocidos y por conocer, mi pasión más férrea, mis delirios y desventuras en este caminito de rocas donde las estadísticas no se cumplen como quisiera, pero que sin importar lo que suceda siempre habrá un nuevo comienzo, una nueva temporada. Así que, bienvenidos y que ruede la pelota.