Más de un año ha pasado desde que me alejé de las
letras. No por falta de opinión, sino más bien por exceso de ellas. Hacer pausa
también está permitido. Sin embargo, ha sido tanto lo que ha pasado en el mundo
deportivo en este último año, y para ponerlo más cerquita, en estas últimas
semanas, que sentí necesidad de volver.
Y qué mejor ocasión para volver a posar los dedos en
el teclado que el inicio del camino hacia Rusia 2018.
En un momento donde Venezuela vive tantas
incertidumbres, el arranque de las eliminatorias mundialistas pintaba en el
papel como un buen placebo para una
sociedad sedienta de buenas noticias. ¡No podía estar más equivocada!
Desde el inicio el proceso de Noel Sanvicente se ha
visto marcado por un factor que no fue implantado por él. Y no, no hablo de la
química de los jugadores, o del cuerpo técnico. Hay una tendencia en el
fanático, ese chip del “conmigo o en mi
contra” que fue la bandera del tren
Vinotinto mientras éste fue comandado por el ex seleccionador nacional,
César Farías. Un radicalismo que no es nada nuevo para los venezolanos, que viven
y sudan esa filosofía desde hace muchos años, gracias a las políticas de los
gobiernos de turno.
Luego de las terribles –por decir lo menos- presentaciones de Venezuela contra Honduras y
Panamá, las dudas embargaban a todos los que, con preocupación, hemos visto el
desarrollo de la selección desde que “Chita” tomó las riendas del equipo, no
porque se dude (al menos no de este lado de la pantalla) de sus capacidades
como estratega, pues el palmarés de Sanvicente es respaldo fehaciente de su
trabajo, sino porque hasta ahora, no parece haber respuesta por parte del
plantel a la filosofía de trabajo del DT, cosa que genera alarma a estas
alturas del partido.
En palabras de Sanvicente, la victoria contra Paraguay
era “sí o sí”, pues está consciente
que la clasificación a Rusia no admite muchos errores, y en una eliminatoria
tan larga como la sudamericana, regalar puntos en casa termina siendo la
estocada que manda a volar el sueño mundialista.
Un partido marcado por la lluvia, cosa que dejó en
jaque la estrategia del desgaste del rival por culpa del sofocante calor (arma
de doble filo), Paraguay se dedicó a esperar la propuesta de Venezuela. La
Vinotinto entendió esto desde los primeros minutos, y con una gran actuación de
Tomás Rincón y Jeffren Suárez, sin duda los mejores del encuentro, se trató de
aprovechar la ¿pasividad? del equipo paraguayo, sin resultados favorables. La
contundencia venezolana sigue desaparecida de la cancha.
Causa mucha alarma que ningún jugador haya ejecutado
un tiro libre de forma efectiva. Se desaprovecharon más de 3 oportunidades por
esa vía, situación que hizo extrañar de momentos al ya retirado Juan Arango. Ni
César González, ni Salo Rondón, quien lució terrible en la ejecución de lo que
sólo puede compararse con un gol de campo.
Aunque de momentos el partido mostraba vestigios de
fútbol, gracias a los destellos de Suárez, los intentos fuera del área de Luis
Manuel Seijas o el dominio de Rincón, la sensación general es que fue una gris
presentación con más interrogantes que respuestas, y un final que le puso la
guinda al pastel luego del error de
Vizcarrondo al minuto 85, situación que aprovechó Derlis González para darle la
victoria 0-1 a Paraguay.
Tres puntos perdidos así, en un suspiro. Una película
que ya hemos visto incansable cantidad de veces, tras un error infantil en la
línea donde más sufre Venezuela. Ahora toca buscar arrebatar al menos un punto
en Fortaleza, contra una Brasil que también cayó en su debut, y tratará de
hacer pedazos a una Vinotinto necesitada de goles, de alegrías, de goles si
quiere seguir creyendo en el sueño mundialista.
Más allá de la derrota y de las probabilidades para el
próximo partido (que siempre nos juegan en contra), observé con algo de
sorpresa la explosión de las redes sociales. Periodistas comportándose como
fanáticos, atacando a quienes no están con ellos, fanáticos queriendo ser periodistas
porque opinan o dirigen medios digitales, creyendo que tienen más verdad que
los demás.
La clarividencia también tuvo espacio en esta noche “tan linda”, pues muchos sentenciaron
que de haber jugado Santos, quien viene de una gran racha en la liga holandesa,
la derrota la habría sufrido Paraguay, y nosotros estaríamos comiendo arepas y celebrando
los primeros puntos. ¡Cuánta claridad! ¡Y yo aún sin tener los datos para el Lotto de la semana!
La clasificación al mundial es una meta terriblemente
difícil de alcanzar, y para nosotros siempre ha estado cargada de amarguras, desilusiones
y grandes decepciones gracias a la euforia que nos caracteriza, esa que marca
nuestro día a día, junto con la necesidad tajante de tener la razón, aun si eso
perjudica lo que tanto deseamos.
Ya sabemos que al deseo de llegar a la cita
mundialista, algunos le han sumado el fracaso absoluto de este nuevo proceso,
porque lo queremos todo, hasta la llaga para poder meter el dedo y decir: “Te lo dije”
El fanático venezolano terminó impregnado con el mismo
chip de aquel tren Vinotinto que hasta
hace poco, caminaba con el “cuchillo
entre los dientes” y arrinconaba a todos. No sabemos todavía cómo, pero los
arrinconaba.
Visto esto supongo entonces que, el camino a Rusia, se
vive desde la silla del César.
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