Se sentía en el equipo, en el aire que se respiraba. Y en especial, en las más de 28 millones de almas, que unidas en un solo sentimiento, nos aferramos en la ilusión y en lo que significa ese color que representa a nuestra Venezuela. La Vinotinto fue a Montevideo con un objetivo claro: lograr puntuar en uno de los campos de fútbol más difíciles del mundo, contra la mejor selección de América.
Bajo esa premisa, los dirigidos por el seleccionador nacional, César Farías, salieron al terreno de juego con la seguridad y el aplomo necesario para encarar un encuentro que los acercaba más a la meta.
Llegó el pitazo inicial. Un primer tiempo bastante trabado en lo futbolístico. Ambos equipos salieron con respeto, pero sin regalar nada. En cancha, se vio una nueva batalla táctica entre el profesor Tabárez y Farías.
Los pocos intentos de llegada de los delanteros uruguayos a la arquería defendida por Renny Vega, fueron contenidos por la defensa criolla, comandada por Oswaldo Vizcarrondo y Fernando Amorebieta. Un Giácomo Di Giorgi que, antes del partido, había sido el blanco de muchas críticas, pero que dentro de la cancha corrió cada balón, y fue fundamental en el complemento defensivo del juego planteado por la selección venezolana.
Se terminaba la primera mitad, y ninguno de los equipos cambiaba la forma del partido. Creímos que las cosas se irían igualadas a cero para el descanso. No fue así. No contábamos con la astucia de quien fuera nombrado el Mejor jugador de la Copa del Mundo Sudáfrica 2010. Un pase casi a la perfección por parte de Álvaro Pereira y una desatención en la línea defensiva de Venezuela, permitió al delantero Diego Forlán poner arriba al equipo charrúa un gol por cero.
Sin demostración alguna de gran fútbol, Uruguay ganaba a Venezuela. Caras largas en el cuerpo técnico de nuestra Vinotinto, pero en el campo, los once jugadores que defienden la camiseta nacional no bajaron la intensidad, ni las ganas. Con eso en mente, salieron a buscar el partido en el segundo tiempo.
Ya en el complemento, Venezuela salió con la actitud y la cabeza puesta en llevarse el encuentro. Asumieron el protagonismo, y futbolísticamente fueron mucho más que los uruguayos. Luis Manuel Seijas y el eterno capitán Juan Arango mostraron más participación y precisión en los tres cuartos de cancha del terreno charrúa, aprovechando los espacios que permitían los jugadores de La celeste, y Tomás Rincón fue creciendo en la cancha para ser fundamental dentro del manejo de los tiempos y la recuperación del balón en el medio campo.
Una jugada a balón parado por parte de Uruguay casi sentencia el partido, luego de un potente remate de cabeza de Diego Lugano, que detuvo perfectamente el portero venezolano Renny Vega. Y casi de forma inmediata, contuvo un disparo a puerta de Edinson Cavani. Se salvaba entonces La Vinotinto.
Salomón Rondón tuvo una gran oportunidad de poner el empate en el marcador, con un cabezazo que se fue ligeramente desviado hacia la línea final del campo. Pasaban los minutos, y Venezuela seguía creciendo en el ataque y las llegadas.
Tras los cambios realizados por Farías, y la entrada tanto de Nicolás Fedor como de Yohandry Orozco, Venezuela seguía comandando el encuentro.
Al minuto 83, un pase de Orozco a Luis Manuel Seijas, terminó por abrir espacios en el medio campo, para entregarle el balón a Juan Arango, quien puso un centro perfecto al corazón del área, para que Rondón se encontrara nuevamente frente al arco de Uruguay, y esta vez le ganara la lucha a los centrales de la celeste. Un gran remate del delantero venezolano, que apenas se desvió en Diego Godín, terminó en el fondo de la red. Celebración en el estadio y en toda Venezuela.
Después de todo un partido luchando y sudando la camiseta, La Vinotinto logró el tan esperado empate. Se hacía justicia en el marcador, y la selección estaba empatando nuevamente con Uruguay en el suelo del Centenario. Primera vez en la historia que un equipo empata tres veces consecutivas al equipo charrúa en su propio patio.
Pitazo final. Venezuela cumplió el objetivo y se llevó en el bolsillo un punto de oro, plata, bronce y diamante. Un punto que le permite a todo un país seguir ilusionado. Un punto valiosísimo en este largo camino que nos toca recorrer, donde todos tenemos las esperanzas puestas en ver a nuestra selección jugando su primer mundial.
Venezuela es Vinotinto. Estamos listos para alentar a nuestros jugadores, dentro y fuera de la cancha. La próxima parada será este sábado 09 de junio, en Puerto la Cruz, cuando nos toque enfrentar a la selección de Chile.
Como buenos venezolanos no queremos perdernos el viaje, el recorrido. Brasil está cerquita. Es nuestro momento, es el momento de La Vinotinto. Y este sueño de ser mundialistas cada vez se hace más real.
Punto de oro, plata, bronce y diamante, tu lo has dicho!
ResponderEliminarSaludos!
Impecable. Sin desperdicio. El juego y el post....
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