Cuando
vemos hechos en la vida real que rayan en las acciones de estos súper
personajes, nos asombramos, reímos, celebramos y lloramos, porque en la vida de
esas personas logramos proyectar nuestros sueños de ser heroicos, así como en
los mismos comics.
Hace
algunos años, Oscar Pistorius se presentó en el escenario mundial. Un hombre
que decidió hacer posible lo que muchos creían inalcanzable. Alguien que se
puso una capa tipo Superman y decidió vencer obstáculos, barreras, estereotipos,
para enfrentarse a un incontable número de “no puedes” y mostrarnos que lo
imposible no existe, mientras la voluntad jamás abandone nuestro cuerpo.
Oscar
es un corredor sin piernas –de carne y hueso, al menos- Nació con una
discapacidad, pues no tenía peroné, y a los once meses de edad sufrió una doble
imputación en sus piernas, lo que no fue impedimento para alcanzar su meta de
ser atleta.
Haciendo
uso de unas prótesis de fibra de carbono (lo más cercano a Terminator que hemos
visto), Pistorius decidió convertirse en deportista, y correr para mostrar que
las cosas imposibles están más cerca de lo que pensamos.
Con
perseverancia, empeño, trabajo y disciplina, Oscar Pistorius logró una de las
hazañas más comentadas y documentadas de la historia de los deportes, al
representar a su natal Sudáfrica en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, en
las pruebas de 400 metros individual, y el relevo 4x400 metros. ¡Lo había
logrado! Esas piernas de fibra de carbono rozando la pista de atletismo eran el
equivalente a los superpoderes de Spiderman o hasta del mismo Thor.
El
hombre había alcanzado ser una leyenda. Ese mismo hombre que, meses después, se
vio frente a un juez acusado del homicidio de su pareja, la modelo Reeva
Steenkamp.
La
madrugada del 14 de febrero de este año, cuando Reeva se encontraba en el baño
de la habitación que compartía con el corredor sudafricano, Oscar Pistorius se
levantó de la cama, buscó su arma de fuego, y sin mediar palabras propinó
cuatro disparos a la puerta del baño, dando muerte inmediata a la modelo
también sudafricana de 29 años de edad.
Son
varias las versiones que se manejan en torno a este caso. El atleta confesó
haber dado muerte a Steenkamp, pero alegando que fue un accidente, pues él
pensaba que había un intruso en su casa y quería proteger a su pareja y a su
persona.
La
fiscalía -quien adelanta las investigaciones- maneja otra hipótesis, y aseguran
que Pistorius asesinó a su pareja de forma premeditada.
Las
preguntas y las dudas surgen. ¿Cómo pensar que la muerte de Reeva Steenkamp fue
un accidente, cuando las circunstancias que rodean el hecho evidencian que la
versión del atleta no es consistente con la escena del crimen? ¿Puede ser
lógico que, al pensar que un intruso irrumpe en tu casa, vas a descargar un arma,
sin siquiera tener la seguridad de quién está al otro lado de la puerta, sabiendo
que vives con alguien más?
Pocos
días antes del trágico evento, Pistorius se vio involucrado en una situación
irregular en un restaurant de Johannesburgo. Portaba un arma de fuego, y “accidentalmente”
la disparó en el lugar, resultando varias personas lesionadas, pero sin daños
mayores.
¿Pudo
tomarse ese episodio como un alerta de lo que pasaría días después? Nadie sabe.
La realidad es que las circunstancias en las que ocurrieron los acontecimientos
despiertan sospechas.
Con
todo el escándalo y una montaña de pruebas en su contra, el corredor que ya
parecía no tener una capa ni superpoderes, sino que resultaba ser un ser humano
más, salió bajo una fianza para enfrentar su juicio en libertad. ¡Vaya ventaja
la que tienen algunos!
Una
mujer yacía fría en el piso de un baño. El héroe de piernas de carbono, capa y
superpoderes, caído en desgracia sostenía el arma que lo apuntaba como el
responsable del hecho. La sangre los unía en ese cuarto de baño, único testigo
(sin vista ni voz) de la tragedia que ahí había ocurrido. Un Día de los
Enamorados que terminó con un regalo que nadie quiere recibir.
@beaneyvi