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viernes, 31 de mayo de 2013

Roja Directa. Parte II


Desde que somos pequeños, los súper héroes se convierten en parte de nuestros días. Vemos sus historias plagadas de acciones casi imposibles, y creemos que podemos llegar a ser como ellos. ¡Casi renegamos por el hecho de ser humanos!

Cuando vemos hechos en la vida real que rayan en las acciones de estos súper personajes, nos asombramos, reímos, celebramos y lloramos, porque en la vida de esas personas logramos proyectar nuestros sueños de ser heroicos, así como en los mismos comics.

Hace algunos años, Oscar Pistorius se presentó en el escenario mundial. Un hombre que decidió hacer posible lo que muchos creían inalcanzable. Alguien que se puso una capa tipo Superman y decidió vencer obstáculos, barreras, estereotipos, para enfrentarse a un incontable número de “no puedes” y mostrarnos que lo imposible no existe, mientras la voluntad jamás abandone nuestro cuerpo.

Oscar es un corredor sin piernas –de carne y hueso, al menos- Nació con una discapacidad, pues no tenía peroné, y a los once meses de edad sufrió una doble imputación en sus piernas, lo que no fue impedimento para alcanzar su meta de ser atleta.

Haciendo uso de unas prótesis de fibra de carbono (lo más cercano a Terminator que hemos visto), Pistorius decidió convertirse en deportista, y correr para mostrar que las cosas imposibles están más cerca de lo que pensamos.

Con perseverancia, empeño, trabajo y disciplina, Oscar Pistorius logró una de las hazañas más comentadas y documentadas de la historia de los deportes, al representar a su natal Sudáfrica en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, en las pruebas de 400 metros individual, y el relevo 4x400 metros. ¡Lo había logrado! Esas piernas de fibra de carbono rozando la pista de atletismo eran el equivalente a los superpoderes de Spiderman o hasta del mismo Thor.

El hombre había alcanzado ser una leyenda. Ese mismo hombre que, meses después, se vio frente a un juez acusado del homicidio de su pareja, la modelo Reeva Steenkamp.

La madrugada del 14 de febrero de este año, cuando Reeva se encontraba en el baño de la habitación que compartía con el corredor sudafricano, Oscar Pistorius se levantó de la cama, buscó su arma de fuego, y sin mediar palabras propinó cuatro disparos a la puerta del baño, dando muerte inmediata a la modelo también sudafricana de 29 años de edad.

Son varias las versiones que se manejan en torno a este caso. El atleta confesó haber dado muerte a Steenkamp, pero alegando que fue un accidente, pues él pensaba que había un intruso en su casa y quería proteger a su pareja y a su persona.

La fiscalía -quien adelanta las investigaciones- maneja otra hipótesis, y aseguran que Pistorius asesinó a su pareja de forma premeditada.

Las preguntas y las dudas surgen. ¿Cómo pensar que la muerte de Reeva Steenkamp fue un accidente, cuando las circunstancias que rodean el hecho evidencian que la versión del atleta no es consistente con la escena del crimen? ¿Puede ser lógico que, al pensar que un intruso irrumpe en tu casa, vas a descargar un arma, sin siquiera tener la seguridad de quién está al otro lado de la puerta, sabiendo que vives con alguien más?

Pocos días antes del trágico evento, Pistorius se vio involucrado en una situación irregular en un restaurant de Johannesburgo. Portaba un arma de fuego, y “accidentalmente” la disparó en el lugar, resultando varias personas lesionadas, pero sin daños mayores.

¿Pudo tomarse ese episodio como un alerta de lo que pasaría días después? Nadie sabe. La realidad es que las circunstancias en las que ocurrieron los acontecimientos despiertan sospechas.

Con todo el escándalo y una montaña de pruebas en su contra, el corredor que ya parecía no tener una capa ni superpoderes, sino que resultaba ser un ser humano más, salió bajo una fianza para enfrentar su juicio en libertad. ¡Vaya ventaja la que tienen algunos!

Una mujer yacía fría en el piso de un baño. El héroe de piernas de carbono, capa y superpoderes, caído en desgracia sostenía el arma que lo apuntaba como el responsable del hecho. La sangre los unía en ese cuarto de baño, único testigo (sin vista ni voz) de la tragedia que ahí había ocurrido. Un Día de los Enamorados que terminó con un regalo que nadie quiere recibir.


@beaneyvi 

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