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Llegaron a Costa Rica con
una etiqueta que pesa. Ser campeonas sudamericanas, más allá del título,
implicaba ciertos parámetros de rendimiento. Quizás el color del uniforme
prendía las luces del escepticismo en más de un conocedor del deporte, de un
seguidor, de un hincha.
Representando un país cuyas
glorias deportivas están más ligadas al béisbol, donde la situación política y
social acapara titulares, así como las miradas de millones de personas, ellas
decidieron actuar comprometidas con el juego que aman, y demostrar a todos que
fueron a afrontar este nuevo reto con un objetivo claro: hacer su fútbol y
ganar.
La Vinotinto Sub17
femenina se ha empeñado –y nosotros
agradecidos- en hacer historia y dejar su marca en el balompié nacional e
internacional. En septiembre, consiguieron el título de campeonas en el
Sudamericano de la categoría, celebrado en Paraguay. Ahora, en el Mundial que
se lleva a cabo en Costa Rica, las dirigidas por Kenneth Zseremeta siguen en
una gran racha.
Venezuela terminó invicta
en la primera ronda, con tres grandes victorias ante el anfitrión (3-0), Zambia
(4-0) e Italia (1-0), con 8 goles a favor y manteniendo su arco en cero.
Los resultados conseguidos
por las chicas Vinotinto han dejado sorprendido a más de uno, menos a ellas
mismas.
El equipo ha mostrado una
gran disciplina, mucha técnica, y un acople que sólo se consigue con compromiso
a lo que se hace, con la práctica, con constancia.
El talento sin trabajo no
trasciende. Hay que procesarlo, y es exactamente lo que ha hecho Zseremeta con
esta selección.
Pueden existir
individualidades que destacan, que hacen diferencia, pero al final del día el
fútbol es un deporte de once personas, no de una. Doce, si agregamos al
entrenador.
La selección actúa con
engranaje. No tienen miedo de tomar riesgos en la cancha. Una defensa que,
aunque ha mostrado algunas fallas –casi normales-
ha sabido solventar en los momentos difíciles, para así mantenerse imbatibles,
y el ataque ha sido clave. Una ofensiva letal, comandada por Deyna Castellanos
y Gabriela García, quienes nos recuerdan con su desempeño, la belleza de este
deporte.
Ahora, el equipo buscará
seguir en su enorme racha por el sendero de la victoria, cuando en cuartos de
final se enfrenten a la selección de Canadá, quienes no serán un rival fácil
para las criollas.
Las norteamericanas
también clasificaron invictas (una victoria y dos empates), terminando en el
segundo lugar de su grupo. Ahora, por tercera vez se encuentran en esta etapa
del torneo, de donde no han logrado avanzar.
Han mostrado un muy buen
juego, en especial en la ofensiva, donde son comandadas por Marie Levassseur,
quien es la goleadora del equipo con tres dianas.
Será un partido de mucho
roce, donde la posesión del balón jugará un papel importante, y donde las
fallas en la defensa pueden marcar notoria diferencia para el pase a la
semifinal.
Venezuela apostará a hacer
su juego, controlando las líneas, y explotando el ataque. Con la humildad que
las ha caracterizado, pero con el aplomo que las ha dejado por los momentos,
entre las mejores ocho del mundo.
Partieron sin mucho ruido.
No hubo abanderamiento, no hubo acto. Ni la Federación Venezolana de Fútbol, ni
el Ministerio del Deporte, ni siquiera la Presidencia mostraron mayor interés respecto
a esta Sub17 femenina.
Fueron pasadas por debajo
de la mesa, pues para el ente que rige el fútbol en Venezuela, esa monarquía criolla comandada por
Esquivel, era más importante dejar el nombre y el compromiso del titular de la
cartera deportiva en alto.
Parece que tal indiferencia
no ha sido de gran importancia para las talentosas chicas. Hace unos días dije eso
probablemente no afectaría en su rendimiento, y me alegra ver que -por lo menos esta vez- no me equivoqué.
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