Para nadie es un secreto
que el tema del Director Técnico de la selección nacional se esté tratando como
uno de los acontecimientos más importantes de nuestros días. Trasciende el
ámbito futbolístico y raya en lo político, económico y social.
Me atrevo a aseverar que
nunca antes este tema había levantado tanta controversia, publicidad y debates
a granel. Claro, esto ha sido gracias al crecimiento que ha tenido la Vinotinto en los últimos años, y la
importancia que la misma posee dentro del país. Más allá de un equipo de
fútbol, la selección es un gran negocio.
Entendiendo que así son
las cosas desde que el equipo nacional se convirtiera en un boom comercial, la revisión del panorama
actual del banquillo criollo no es tan “grave” como algunos creen. Me explico
con la célebre frase del personaje del Chapulín Colorado: “Todo está fríamente calculado”
La renuncia de César
Farías abrió las puertas a un postulado de nombres -casi ridículo- de los posibles sustitutos del cumanés para llevar
las riendas del equipo nacional. De eso han hablado hasta las abuelitas en los
supermercados. No, no es broma. Difícilmente encontremos hoy a alguien que no
tenga su candidato para dirigir a la selección.
Ahora bien, desde hace
tiempo el nombre de Richard Páez ha sido el más fuerte para llegar al afamado
cargo. Para nadie es un secreto que, después de haber ganado el Torneo Apertura
del campeonato local con Mineros de Guayana, Richard haya sacado amplia ventaja
a sus más cercanos competidores.
Sin embargo, los últimos
días se ha tomado el nombre del merideño como la novedad y el batacazo más importante del balompié
nacional. Ante esto sólo pude decir: “¿En
serio?”
El afán de tener siempre
el breaking news, ser el primero en
decir cualquier cosa para poder salir y resaltar “Yo di la primicia” tiene a más de uno tirando dardos en cualquier
dirección. No importa cuán ilógico o improbable sea, lo importante es ganar
territorio comunicacional. De ahí que el nombre de Bielsa todavía esté en la
lista de muchos.
El caso de Richard es ejemplo
de ello. Un tubazo ampliamente
conocido por quienes seguimos la movida del fútbol nacional, y además, que ha
sido noticia reiterada desde hace semanas. Se ha caído en el absurdo, como en
tantos aspectos del acontecer nacional.
Entre todo el meollo, hablan
de candidatos del comité, de las opiniones de los fanáticos, de la prensa, en fin, dimes y diretes que
sólo tienen un común denominador: Rafael Esquivel.
Aún hay gente que confía
en el proceso democrático de escogencia dentro del reino de Sábana Grande,
cuando tenemos demasiados años de historia como argumento para asegurar que el
presidente de la Federación Venezolana de Fútbol es un político –criollo y de los buenos- que mareando a
muchos, termina haciendo lo que quiere, dando ilusión de participación a
quienes integran la institución y hasta los que están fuera de ella. Y los
involucrados dicen mucho pero no hacen nada. Hay que reconocer, Esquivel en eso
es un crack.
Seguirán saltando nombres.
El festival de noticias con información de contactos crecerá a medida que vaya
pasando el tiempo sin conocer quién será el titular del banquillo Vinotinto. La
avalancha de “Yo lo dije primero” no
se hará esperar. En esta cacería informativa, quien tenga más nombres en la
lista y haya dejado evidencia de su trabajo, seguramente recibirá el crédito.
Y mientras todos los
actores de esta tragicomedia le siguen haciendo el juego a la Federación, lo
único seguro es que el nuevo técnico será quien el zar del futbol nacional
decida, bajo las condiciones que imponga –como
siempre ha pasado- porque a medida que exista la complicidad de quienes ven
a conveniencia las formas con las que se maneja la FVF y la crítica silenciosa
siga imperando, Rafael Esquivel seguirá siendo el rey.
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