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lunes, 17 de diciembre de 2012

DESDE LAS GRADAS: Un coloso de Sorte se despide sin querer


Por Maiskell Sánchez @maiskell

Número 24 en la camiseta de Yaracuyanos. Centrocampista. 32 años. Defendió con orgullo los colores de varios equipos en años anteriores: Unión Lara, Portuguesa FC, Monagas SC, Aragua FC, CD Lara.

Dos tiros dice la prensa. Dos tiros para robarlo. Muere Jarvi Mejía. Destacado en grande dice Colombiano. Jarvi Mejía, naturalizado Venezolano. Pienso. Venezolano por decisión, lo cual lo hace doblemente venezolano. Nacer en un país es una casualidad, querer ser de él, una decisión.

“Llegó la hora de defender nuestra casa” Así se expresaba para hablar de su equipo. Conjugaba el nosotros perfectamente.

Bajo el sol, la lluvia o los aplausos, estaba el compromiso de jugar con su equipo.

Jarvi Mejía es de nuestro fútbol. Defendió la camiseta de equipos nuestros. Estoy consternada. Igual que cuando leo la cantidad de muertos que ingresan a la morgue cada semana. Igual que cuando agreden e incluso matan a un árbitro en el Táchira o en Holanda. Igual que cuando los fanáticos pasan a ser amedrentadores de oficio escudados en una camiseta que no merecen llevar.

El jugaba en Yaracuyanos y estaba dispuesto a jugarse la vida por su equipo. Solo por su equipo.

sábado, 15 de diciembre de 2012

¡Paren el juego! Así como que no es la cosa...


Hace algunos días me senté frente al computador, como siempre, y me puse a leer las noticias de nuestro mundo. Leyendo, ratifiqué una vez más que desde hace tiempo, las noticias cambian de protagonistas, pero la trama se mantiene igual.

Sin embargo, entre farándula, salud y política, se cruzó en mi camino un titular que me dejó sorprendida. Debo reconocer que, durante el tiempo que me tomó leer la nota de prensa, pensé que justo cuando crees que nada te parece increíble, entonces algo aparece para mostrarte lo equivocado que puedes estar.

Días atrás, un árbitro que se encontraba en sus funciones de linier, fue víctima de la creciente violencia que sigue invadiendo las gradas de los estadios, que se ha convertido en ese odioso arrocero, ese personaje que se autoinvita a cualquier celebración, y hace estragos delante de los que disfrutan de la fiesta.

Las razones del brutal ataque fueron tan absurdas como el hecho mismo. ¿Los victimarios? Muchachos… Adolescentes entre 15 y 17 años, enardecidos porque el equipo al cual aupaban cayó derrotado en el encuentro que se estaba disputando. ¿Impetuosidad juvenil? No lo justifica. ¿Justo? Por supuesto que no.

El espectáculo principal en un evento deportivo, en teoría, suelen ser los goles, los batazos, las carreras, las jugadas asombrosas, ver quién cruza la meta primero; razones por las cuales vamos al estadio. Nos gusta disfrutar de la belleza del deporte. Los colores, los sonidos, las formas.

Me cuesta trabajo entender que algo tan repudiable como la violencia se haya convertido en la moda para que algunos se sientan más fanáticos que otros. Es sorprendente cómo van tomando auge estos hechos que, más allá de demostrar amor a un equipo, terminan mostrando gran ignorancia e irrespeto hacia la sociedad, a las personas que nos rodean y hacia la vida.

Ante tal situación, que crece tan rápido como cualquier virus, uno constantemente se pregunta, tipo Chapulín Colorado, ¿quién podrá defendernos? ¿Ante quién se puede acudir para que los mal llamados fanáticos, que no terminan siendo sino unos inadaptados, cesen en este tipo de actos? ¿No es suficiente ver la violencia que empaña las calles y entristece familias, como para también tenerla dentro de un lugar destinado a entregar sonrisas y alegrías?

Nos persigue en la calle, nos encuentra en cualquier lugar. A fanáticos, jugadores, árbitros, umpires. Hace apenas horas, un jugador militante del Yaracuyanos Fútbol Club fue herido de bala, para despojarlo de sus pertenencias. Leo esas cosas, soy testigo de esas noticias, y un grito casi ahogado de desesperación sale de mi ser “¿Hasta cuándo?”.

A los violentos no les interesa nada. Como dicen en una gran película “Hay gente que sólo quiere ver el mundo arder”. Y así parece ser. Esas personas necesitan ver el mundo en caos. Un caos que lamentablemente nos daña a todos. No se es más fanático o hincha de un equipo por la cantidad de problemas que genere tu conducta. No amas más a una camiseta por agarrarte a golpes con el rival, o amenazar y lastimar a quienes, según un nublado criterio, están en tu contra.

Las respectivas ligas que organizan a los clubes y equipos que hacen vida deportiva en nuestro país deben empezar a tomar medidas al respecto, pero no de esas donde se restringe el acceso de una barra a un estadio, sólo porque no se puede detener la acción de unos cuantos. No es justo con quienes disfrutamos el deporte con responsabilidad y civismo. Y de esa tanda, somos mayoría. No creo que los entes rectores deban aislarse del problema, ni castigar a quienes no tienen la culpa. Así solo estarían echando leña al fuego, y los verdaderos responsables quedarían a sus anchas. Hay que rescatar y hacer respetar, por lo menos, el lugar donde vamos con la familia a disfrutar de nuestros equipos y deportes favoritos.

Nosotros, como amantes del deporte, tenemos la misión de empezar desde lo más básico, desde nosotros mismos, a exigir el debido respeto y apego a las normas. Cumplir y hacer cumplir los códigos de conducta propios de una sociedad civilizada, porque odiaría pensar que ya eso no existe.

Hablo como apasionada del deporte, como asidua visitante de campos deportivos, porque para mi es un estilo de vida. Desde este rincón del mundo, donde me alarma la muerte de un árbitro quien jamás pensó que, por hacer su trabajo, terminaría perdiendo la vida. Esto no es nuevo, y eso es preocupante, lamentable y simplemente da miedo.

Dejemos de buscar quién podrá defendernos, y empecemos por vestirnos de héroes anónimos para rescatar lo que, en principio, nunca debimos haber perdido. Somos mayoría... ¡Demos el ejemplo!

lunes, 10 de diciembre de 2012

DESDE LAS GRADAS: Su nombre es Verónica

Por Maiskell Sánchez @maiskell


Hay una canción que dice así:
Rata inmunda
animal rastrero
escoria de la vida
adefesio mal hecho

Infrahumano
espectro del infierno
maldita sabandija
cuanto daño me has hecho…


Nunca había escuchado esa canción hasta un día que haciendo una sesión de fotos, el personaje que estaba fotografiando, la cantó y me pareció ¡genial!

Lo divertido es que no esperas que ella te cante esa canción. Ella es elegante, serena, de pocas palabras y de mucho trabajo. No imaginas que Paquita la del Barrio haya calado en su gusto musical. La realidad es que su formación multicultural, le hizo tener una amiga mexicana que se la enseñó y ella disfrutó de ese aprendizaje.

El día que la conocí, lo primero que me sorprendió es el trabajo muscular que tiene. Me dijo que era genético y entonces pensé que mi abuela y mi tatarabuela han debido ser, por lo menos primas de Hércules.

Luego veo que lleva un guante con una raya azul, que combina con el short y la visera que tapa casi todo su rostro. Maquillaje cero. Es una salida al campo entre amigos, sin embargo, está concentrada como si se tratara del juego de su vida. Le tomo una foto directo al rostro mientras me dice: “…me han contado que haces muy buenas fotos... “ Sonrío y por dentro pienso -estas me quedaron malísimas-  solo atino a decir: deberíamos hacer unas fotos en serio.

Es flaca, flaquísima. No conozco a nadie que tenga su bronceado. Ese día, ella va a jugar golf con cuatro amigos. Ella sola. Ellos con ella. Debe jugar bien. ¿le va a dar a la pelota duro? -pienso. Cuando le da a la pelota no hay diferencia entre ellos. Corrijo, lo hace mejor que casi todos ellos. Juega y lo hace en serio. No atino a calcular qué edad tiene. Habla poco. Siempre sonríe.

Me entero después, que es la única mujer venezolana en este momento que está en el Ladies Professional Golf Association, (LPGA) organización norteamericana para golfistas profesionales femeninas. Con ella, son tres las venezolanas que han estado allí.

Verónica Felibert juega golf en serio. Para mi que he “jugado” (traduzca: pegado pelotas) golf de comiquitas, lo que ella hace es muy en serio. Y es de esas personas que pudo con dos carreras; ya que aparte de golfista profesional, se graduó en Negocios en la Universidad de Southern California, que estudió ahí con el ánimo de elevar su juego porque jugó desde pequeña, que ha ganado torneos desde que era amateur, que ha jugado en la PGA midiéndose con puros hombres, porque tiene el toque para hacerlo, que de seguro se cepillaba los dientes antes de dormir cuando era chiquita y que no ganó en el kinder un torneo de golf porque de pronto el niño jesús no le regaló unos palos.

Mi sorpresa es mayúscula cuando al año, recibo la llamada para hacer fotos de Verónica Felibert. Pauto la sesión según la fecha en la cual ella va a estar en Venezuela. Viene a un encuentro Venezuela-España y hará dupla con Jhonattan Vegas, para enfrentar al equipo español que lo encabezan Sergio García y Carlota Ciganda, entre otros jugadores.

La veo jugar un Pro-Am, juego entre profesionales y amateurs, que muchas veces precede a un torneo. Salgo con ella para hacerle fotos en el campo y con dos señores más que juegan de forma no profesional, y a quienes vi confiados al momento de salir en el hoyo uno. Cuando vamos como por el tercer hoyo, uno de ellos, que es muy divertido me dice: ella juega bien, ¿tú sabes dónde juega? Sí –le contesto. Juega en el LPGA. Creo que la mandíbula del señor llegó al piso en un instante y me dice: nosotros lo que  estamos haciendo ¡es el ridículo!

Luego siguió la competición entre Venezuela y España. El torneo terminó con la Copa en manos de los españoles, no estaba feliz de los resultados porque en Venezuela tenemos excelentes jugadores, pero si tenía muchas fotos y un par de días llenos de diversión.

Ella realmente se gozó competir en su país de una forma relajada, pero es que casi puedo asegurar que tendría el mismo temple si jugara con ¡Bubba Watson! De hecho, en Julio de este año, se midió a las mejores del mundo en su quinto torneo desde que está en el LPGA. Para que se hagan una idea, su posición era la 723 en el ranking mundial para el momento del torneo en Arkansas y lideró el torneo viernes y sábado. Le faltó poco para ganar, llegó al cuarto lugar y le regalaron una cantada de cumpleaños feliz en el hoyo 17 que fue vista en todo el mundo. Ese torneo lo ganó Ai Miyazato, pero Verónica nos puso en el mapa del golf femenino actual y ganó algo más, que veremos en los próximos tiempos.

Ya para el tercer día tocaba la sesión de fotos fuera del campo. Lo hizo maravilloso.

Ella es una profesional del golf, pero debo decir que es una profesional en psiquiatría para zancudos si se lo propone, porque tiene tres elementos que la hacen brillar siempre; su disciplina, disposición y su entusiasmo. Además cuenta con un extraordinario buen humor, que es hasta capaz de salir conmigo un día a jugar al campo y tengan por seguro que le voy a pedir que cante la canción de Paquita la del Barrio.







Copyright © Maiskell Sánchez 2012



miércoles, 5 de diciembre de 2012

La tecnología dice presente en el fútbol


La polémica es uno de los ingredientes que dan vida a un deporte tan apasionante como el fútbol. Por lo general, no importa de dónde venga, siempre se trata como parte del espectáculo que le aporta más emoción al juego.

Sin embargo, durante largo tiempo se ha discutido si el máximo ente rector del deporte rey, debe permitir el uso de la tecnología para evitar la controversia sobre los goles que son difíciles de determinar a simple vista.

Muchos han sido los partidos que se han ganado o perdido, por goles que existen o no. El error humano de los árbitros también forma parte de la ecuación del fútbol, y eso le ha costado a innumerables equipos en todos los torneos avalados por la FIFA.

El hecho de hablar sobre la inclusión de la tecnología en el fútbol, era suficiente para escuchar a detractores destacando que eso dañaría la esencia del deporte, que lo haría más lento, y que eso no tendría sentido.

Como yo, existen muchas personas que están a favor del uso de sistemas tecnológicos que ayuden a minimizar el error humano y a restar polémicas en los partidos, referentes a esos goles que pueden ser o no, y que se determinan cuando el balón pasa por completo la línea de meta.

¿De verdad haría daño el uso de la tecnología en la esencia  del fútbol? No lo creo. De hecho, los beneficios serían grandes, pues no basta sólo con la presencia del árbitro que se encuentra al lado del arco, para asegurarse si una pelota cruza por completo la línea de gol o no. Insisto, los humanos se equivocan. Es parte de la hermosa naturaleza que nos caracteriza.

Pues, bien. Tras muchas discusiones, y medidas para frenar la avanzada tecnológica, la FIFA ha anunciado la utilización de un sistema para detectar goles por primera vez en un partido oficial de fútbol.

El GoalRef se implementará en el Mundial de Clubes de la FIFA, el cual se celebrará a partir de este jueves en Japón, siendo los protagonistas de este evento, el equipo del Auckland City de Nueva Zelanda y el  Sanfrecce Hiroshima de Japón.

El novedoso sistema consiste en utilizar un balón especial con un sensor magnético. El mismo, fue diseñado por una compañía danesa-alemana, y será utilizado cuando el árbitro principal de cada encuentro lo considere necesario.
Aunque la FIFA ha dejado claro que el árbitro siempre tendrá la última palabra, la inclusión del GoalRef representaría una ayuda importante y un gran avance en el balompié mundial.

¡Un punto más a favor del buen fútbol!


lunes, 3 de diciembre de 2012

DESDE LAS GRADAS: Superhéroe de una pasión

Por Maiskell Sánchez

Voy bordeando el estadio para entrar. Desde lejos se escucha Ehhhhh La Guaira, Eh Eh Eh La Guaira. El partido ya comienza y me asomo por una de las puertas para adentrarme en el juego. Por aquí no es –me dicen- más adelante, es casi la última.

Acelero el paso porque no quiero perderme nada de esa algarabía que sale por las puertas que transito a casi alta velocidad. Pienso que me estoy perdiendo algo importante. Hay una venta de comida rápida en forma de pelota de béisbol, me tengo que parar sin remedio porque me parece de lo más original. Quiero comprar. Me provoca un refresco de Colita, tan propio de Venezuela. Me dicen vamos, que adentro venden de todo mientras ves el juego. Sigo y ya estoy cerquita de la puerta de entrada, me siento como una estrella de rock que entra al escenario. La luz es blanquísima y muy brillante. Contrasta con la oscuridad que bordea al estadio.

Me recibe una rica samba. Esa es la que pone al estadio a bailar aunque no tengas ganas. Aquí la gente no camina sino que va a ritmo de samba. Pregunto sobre esta música y me contestan casi a coro: es que somos la fanaticada ¡más alegre del béisbol!

El juego es contra Caribes de Anzoátegui pero aquí todo el mundo viste de azul y rojo, y en todas partes se lee “Tiburones de la Guaira”

Me toca sentarme cerquita del dugout de los Tiburones. Los jugadores casi están al alcance mi mano. Que increíble la cercanía que hay entre las gradas y el campo. SI doy un paso, de seguro llego al terreno de juego. ¡Veo hasta las gotas de sudor de los jugadores!

Miro el juego, sin duda, pero es tan colorido y da tanto gusto estar en un sitio donde todo el mundo despliega una sonrisa, que mi cabeza gira como un ventilador, de un lado a otro, para no perderme nada.

Estrellas de televisión en primera fila, orgullosamente vestidos con la camiseta del equipo. La gente los ve, pero está más pendiente de su agrupación que de ellos. Casi pasan desapercibidos.

Sale un gigante a batear y estalla el estadio en gritos, alabanzas y la samba resuena más fuerte: Alex Cabrera con su postura de Samurai indiscutible. De hecho, es todo un ritual digno de ser visto, la forma como se para en la caja de bateo, sube el bate en dirección al cielo, se inclina hacía atrás y vuelve listo para dar el pelotazo. La pelota parece saber que le van a dar durísimo y por estrategias, le dan base por bola intencional, pero es un espectáculo ver a este slugger.

Rumbo al cuarto Inning, se siente la alegría y también algunas gotas que caen y que no sé si es agua o cualquier bebida más alegre. Volteo para disfrutar la efusión de la fanaticada y me consigo con un tremendo personaje que está vestido como un superhéroe; malla azul completa, pantaloncillos por fuera y gran capa roja como corresponde a todo buen superhéroe! Lleva un logo en el pecho en forma de diamante al más puro estilo de Superman, que tiene dos letras de gran tamaño: S y T.

No pude aguantar la tentación de acercarme, preguntarle su nombre, y con toda la confianza del mundo me dijo: Soy SuperTibu, el mejor de todos! Eh La Guaira!

¡Este superhéroe no paró de bailar durante toda la jornada!

Por supuesto que le tomé una foto, pero les digo que no lo toman desprevenido, al menor movimiento de una cámara, este maravilloso personaje, hace la pose perfecta de SuperTibu, con la capa señalando al cielo y su mirada puesta en el futuro.


Copyright © Maiskell Sánchez 2012