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Quien diga que la Federación Venezolana de Futbol no ha sido “constante”
con sus acciones, sus códigos y formas, no ha prestado la suficiente atención
al futbol nacional y su dirigencia en los últimos años.
Luego de ocho meses de espera, de una interminable lista –bastante risible- de candidatos,
alimentada por la necesidad de algunos periodistas (aquellos adictos al tan
ansiado tubazo), infinidad de
rumores, conflictos y alianzas entre gobierno y federativos, y con una pérdida
de tiempo irreparable, Rafael Esquivel dio a conocer el nombre del nuevo DT de
la selección mayor.
Noel Sanvicente, reconocido estratega venezolano, con un palmarés ansiado
por muchos, trabajador como pocos en el balompié nacional, finalmente recibió
su anhelada oportunidad, y será el encargado de dirigir el destino de la
escuadra Vinotinto, durante los próximos 4 años, de acuerdo con lo informado
por la FVF.
Un día antes del anuncio oficial, el circo que se vivió en las redes
sociales dejo en evidencia que, en cuestión de aprendizajes por aquello del
ensayo y error, aún estamos en las categorías “pre”. Más allá de la emoción de
algunos fanáticos, y la reacción adversa de otros, la carrera por obtener el
banderín del yo lo dije primero se tornó
tan pintoresca y absurda como todo lo sucedido durante este tiempo en la cual
la Vinotinto estuvo huérfana de dirección técnica.
Circense, sí. Así parece ser todo lo que rodea al futbol nacional por estos
días.
Ya en la rueda de prensa, un incómodo Esquivel junto a Sanvicente, dieron cara a un país donde -a
razón de la lógica- tenía más preguntas y dudas que alegrías. Era el momento
oportuno para expresar todas las interrogantes, y más importante, exigir oportunas
respuestas.
En cambio, tuvimos desbordes de alegrías, cánticos y los ya conocidos
aplausos. Ambiente propicio para que el mejor artífice de la politiquería que
ha visto Venezuela, se zafara nuevamente de rendir explicaciones sobre lo
ocurrido en estos ocho meses, donde la gran perjudicada fue la selección.
Lo único que necesitó aclarar nuestro zar
criollo, en aras de salvar su imagen de independencia, fue aquello de no
haber recibido nunca presiones por parte del gobierno de Venezuela, en relación
a la designación del nuevo DT nacional.
De esa forma lo sentenció Esquivel al empezar sus declaraciones, en una
rueda de prensa que pareció casi improvisada. Pobre en sonido, y más en
contenido.
Difícil posición la de Chita,
quien además, tuvo que soportar preguntas en relación a situaciones sucedidas
en un ciclo donde él no fue partícipe y donde las alabanzas eran la muletilla
de turno. Como mejor pudo, aclaró que llegaba para trabajar, y que el objetivo
principal era la clasificación al próximo mundial.
No fueron dos días. La FVF y sus dirigentes, encabezados por un muy astuto
Esquivel, contaron con ocho meses no sólo para presentar un nombre, sino para
responder y disipar las dudas que quedaron flotando desde el cierre del período
anterior. Sin embargo, nada de eso ha sucedido. Queda entonces la impresión
que, hasta ahora, lo único que cambió es el nombre del timonel de turno.
Empezamos nuevamente desde cero con una dirigencia que se mantiene fiel y
apegada a sus [malas] formas. La improvisación sigue siendo la bandera. La
Vinotinto tendrá un arduo camino y deberá hacer un trabajo enorme para tratar
de ponerse al día, y recuperar el tiempo que innecesariamente ha perdido.
Sanvicente tiene por delante dos campeonatos (Copa America 2015 y 2016), y
las eliminatorias mundialistas de cara a Rusia 2018. Sumemos que, a este nuevo
reto que se le presenta en su carrera, deberá trabajar por primera vez, mano a
mano, con un Esquivel quien ha sido la piedra de tranca de muchos –incluyéndole-
en el futbol nacional.